Dormí y soné, viví y amé, y logré ser feliz.
No supe que hacer cuando todo acabó, si reir o llorar, o quizás gritar. Mi mundó se derrumbó, la felicidad marchita le dió paso al dolor. ¿Y yo? Morí.
Cada mañana despertaba con el mismo deseo, cerrar los ojos y domir eternamente. La llama que mantenía vivo mi corazón, lentamente se iba consumiendo, apagando poco a poco esa pequeña luz de vida, de esperanza...
Y lo encontré. Ese pedazo de vida refugiado muy dentro de mi que no quería ser olvidado, luchaba contra todo para sobrevivir. Me di cuenta que un poco de luz podía iluminar mis pequeños pasos, que no necesitaba el sol entero para andar.
Respiré profundo, una bella sonrisa se dibujó en mi rostro, y junto con ella mis pies descalsos comenzaron a andar.
1 comentario:
Una entrada extraña, contradictoria. ¿A qué si?. Creo que esa no era mi intención, pero well. La culpa la tiene mi cabeza por hacer hilos de ideas tan raros.
Un saludo ;D.
Entrada dedicada a tod@s aquell@s que necesiten encontrar la vida en su interior...
Publicar un comentario